Yo, Apolo

 

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Mientras la creadora de este blog se encuentra ausente por motivos que desconozco, porque no me interesan en lo absoluto, yo, el gato Apolo, haré uso de este espacio para expresar mi opinión sobre lo que se me antoje. Antes, quiero dejar en claro que no soy un infiltrado, un lunático, una mascota, ni el alter ego de nadie, y con «nadie» me refiero a la autora de todo esto, que tiene la manía de buscar respuestas en donde ni siquiera existen preguntas. Está bien, lo admito, conozco sus motivos y me declaro su gato, pero me crispa que me trate como un guía espiritual y me interrogue sobre el por qué de la razón del por qué. Escribir relatos es lo suyo, componer maullidos es lo mío; sin embargo, debido a mi estereotipado misticismo ella no me permite ejercer mi rutina diaria como un profesional y mis partituras quedan inconclusas al verme privado de la rigurosidad que exige mi arte. Soy un «felis catus domesticus», no un gurú, yo no puedo resolver sus crisis de fe otorgándole demostraciones de la existencia o la inexistencia de Dios. ¿Cómo no nota que en mis ojos y no en un teorema, está la respuesta? Yo no compruebo que existo mediante una ecuación, sino a través de mis sentidos y si sé que ella está viva es gracias a su aroma, al sonido de sus pasos, al tono de su voz, a la calidez que siento cuando me abraza y al amor que me da y que yo también le doy. Por lo demás, no se puede cuestionar lo que no existe, simplemente porque algo inexistente se desconoce por completo. Si jamás hubiera llovido, no sabríamos que la lluvia existe; por lo tanto, sería imposible ponerla en duda. En fin, mi humana es tan compleja como ilusa, pero yo la elegí y no me arrepiento de ello o, al menos, no todavía.

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Para cerrar el tema de los informes, me parece justo reconocer el oficio de corrector, que suele pasar inadvertido, como si los textos brotaran solo de la persona que escribe. Leer para corregir y escribir para ser leído, son acciones que se realizan por separado, pero que van de la mano. Quedarse solo con los halagos es situarse en la zona de confort de las propias condiciones para no correr ningún riesgo, y eso lleva a la inseguridad. El temor de romper todo tipo de burbuja protectora es autolimitarse a crecerpor eso, los informes de lectura y las críticas constructivas son necesarias. Leerse a través de otros ojos es otra forma de conocerse a sí mismo y descubrir nuevas facetas. Ahora, retomo la lectura de, El arte y la ciencia de no hacer nada, para poder crear más y mejores relatos.

Ni una más, ni una menos

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El Yin y el Yang es un principio de la filosofía china, representado por un círculo dividido en dos mitades distintas, una blanca y una negra, como símbolo de las dos fuerzas opuestas presentes en cada persona y de la dualidad de todo lo que existe en el universo. Ambas fuerzas, femenina y masculina, se complementan y tienen los mismos derechos, ninguna debe ejercer violencia contra la otra, maltratos físicos ni psicológicos, ni debe poner en riesgo la vida de la otra, porque la existancia de una, depende de la existencia de la otra y el exceso o la carencia de una de estas dos fuerzas, termina en catástrofe.

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¡No más femicidios, discriminación, ni ningún tipo de violencia de género!

 

 

Concepto invertido (falta de empatía)

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Tú eres tú y yo, soy yo y ambos no compartimos el mismo mundo.
Los árboles, los peces, las golondrinas y los murciélagos, son ellos.
Todo lo que late, todo lo que respira, todo lo que siente, vive, pero no soy yo y si es tú, a mí no me interesa.
Solo tú eres tú y solo yo, soy yo y ambos somos total y absolutamente distintos.
Lo que te sucede a ti, no me sucede a mí.
Tú y yo, ni siquiera nos conocemos.

Empatía

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Tú eres yo y yo soy tú y ambos somos el mundo entero.
Somos los árboles, los peces, las golondrinas y los murciélagos.
Somos todo lo que late, todo lo que respira, todo lo que siente.
Todos somos tú y todos somos yo, ambos somos el mundo entero y el mundo entero es nosotros.
Lo que te sucede a ti, me sucede a mí.
Tú y yo, somos ellos y ellos son nosotros.
Somos todos y somos uno a la vez.

Maestro de Ajedrez

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He aquí mi gran ambivalencia:

Ser una pequeña pieza de ajedrez, movida por un inexperto.

Ser un jugador de ajedrez, que falto de experiencia, titubea cada vez que mueve una pieza.

Ser uno de los tantos encargados de mover a un grupo de jugadores y no estar lo suficientemente preparado para moverlos.

O ser el Maestro de todos los encargados de mover a todos los jugadores de todos los tiempos y no tener la certeza de Ser un gran experto o una pequeña pieza de ajedrez, movida por un inexperto.